El canciller de Chile, Andrés Allamand, fue relevado en medio de una polémica generada por un reciente viaje suyo a España, relacionado con un futuro cargo internacional para el que ya está designado, mientras el país atraviesa una crisis por la situación migratoria en la frontera norte.
La salida de Allamand y su reemplazo «en subrogancia» por la hasta ahora subsecretaria de Relaciones Exteriores, Carolina Valdivia, fue informado por el gobierno en un comunicado.
La renuncia del funcionario tuvo lugar tras una ola de críticas opositoras que lo acusaron la semana pasada de «abandono de deberes» en medio de la crisis migratoria y tras aparecer fotografiado en España junto al canciller de ese país, José Manuel Albares.
El motivo de ese viaje estuvo aparentemente relacionado con la reciente designación de Allamand para suceder a la costarricense Rebeca Grynspan, quien ya tiene su mandato vencido, como titular de la Secretaría General Iberoamericana (Segib).
La remoción de Allamand fue anunciada poco después de que el funcionario saliente regresara al país y mantuviera una videoconferencia con el presidente Sebastián Piñera; el ministro del Interior, Rodrigo Delgado, y Valdivia.
«He presentado mi renuncia al cargo de canciller. Esto marca el cierre definitivo de mi larga vida en la política nacional», afirmó el flamante excanciller en conferencia de prensa en el palacio presidencial de La Moneda, en la que sostuvo que la oposición ha distorsionado las actividades que realizó en el exterior y subrayó que viajó durante su período legal de vacaciones.
Allamand, un abogado de 65 años, fue parte de los dirigentes que en 1987 fundaron Renovación Nacional (RN), el partido de centroderecha de Piñera, del que fue presidente entre 1990 y 1996.
Además, fue diputado (1994-98), senador (2006-11 y 2014-20) y ministro de Defensa en 2011-12, durante el primer mandato de Piñera. Estaba a cargo de la diplomacia chilena desde julio de 2020 y en noviembre pasado fue designado como el próximo secretario general iberoamericano.
Críticas opositoras
Los primeros cuestionamientos de la oposición surgieron luego de conocerse la reunión que Allamand sostuvo el pasado jueves en Madrid en calidad de secretario general iberoamericano electo con el ministro de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación del Gobierno de España, José Manuel Albares.
El gobierno defendió a Allamand señalando que hacía uso de su feriado legal, pero las críticas no pararon contra el militante del partido de derecha Renovación Nacional (RN).
«Considero extraordinariamente grave la ausencia del ministro de Relaciones Exteriores para abordar la crisis migratoria», aseveró el diputado opositor Jaime Naranjo, quien deslizó que lo ocurrido podría configurar «notable abandono de deberes” y sería causal de una acusación constitucional.
«Debió haber renunciado en cuanto asumió el cargo internacional en Madrid y no ser un ministro de Relaciones Exteriores ausente», declaró a su turno el diputado democratacristiano Gabriel Ascencio.
«¿Cómo es posible que un ministro de Relaciones Exteriores, que tiene como deber principal velar por los intereses del Estado, esté trabajando en Madrid en un organismo internacional?», indicó en redes sociales el congresista Iván Flores.
La crisis migratoria
El jueves pasado, la ONU condenó los «actos de discriminación y xenofobia» cometidos días antes contra inmigrantes mayoritariamente venezolanos en las ciudades norteñas Iquique y Arica durante protestas por el aumento de la delincuencia que suelen generar constantes abusos policiales.
Paralelamente, la cancillería anunció que instalaría una «mesa de trabajo» con el Ministerio de Relaciones Exteriores de Bolivia a fin de buscar soluciones al prolongado conflicto derivado del constante ingreso irregular de inmigrantes por la frontera con ese país.